En este capítulo, tras destacar su importancia en la historia reciente, los autores han querido utilizar el barrio como generador de identidad y conciencia, fundamentalmente a partir de los problemas que el desarrollismo de los años sesenta había ido creando en la población urbana. Por ello, el asociacionismo vecinal fue canalizando todo un conjunto de reivindicaciones que, ante la falta de respuesta del régimen o su represión, fueron legitimándolo políticamente frente a los ayuntamientos de la dictadura, consiguiendo la progresiva transformación de la defensa por unas condiciones dignas de vida a la exigencia de democratización.